Destrucción de lo que queda del campamento sería un error irreparable afirma el Dr. José Antonio González.
A días de cumplirse el 106 aniversario de Chuquicamata, el historiador y académico de la Universidad Católica del Norte (UCN), Dr. José Antonio González, analizó el estado actual del campamento minero, e hizo un llamado a preservar un patrimonio único en Chile cuya pérdida sería irreparable, advierte el especialista.
Y es que, desde su cierre definitivo en 2007, el poblado sufre un deterioro constante y progresivo producto del avance de las actividades industriales y crecimiento de la mina de cobre que le dio vida, cuyos botaderos están sepultando poco a poco lo que queda de un centro urbano que llegó a tener más de 25.000 mil habitantes.
A lo anterior, se suma el daño que el clima, paso del tiempo, y falta de cuidados, está afectando a las edificaciones que aún quedan en pie, y cuyo destino es incierto.
“El descuido patrimonial de Chuquicamata, protegido por la ley de Monumentos Nacionales, como zona típica en el año 2015, constituye no solo una negligencia político-administrativa, donde, a mi juicio, no solo afecta a Codelco sino a la Municipalidad de Calama, que debería tener una tuición, que la ley debería otorgársela, para preservar el patrimonio total de Chuquicamata. La desaparición del campamento no solo constituiría un daño irreparable de un jirón de la historia social y económica, sino que también de la conquista humana de una porción relevante del páramo. Y en cuanto a su simbolismo, afectaría al imaginario social y un pedazo relevante de la identidad regional, inextricablemente ligada a la minería.”, destacó académico de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la UCN, quien es enfático en resaltar que Chuquicamata representó- y sigue representando- un hito en la explotación minera nacional.
LUGAR ÚNICO
¿Qué es lo que hace al campamento especial? Sobre este punto el Dr. González explica que Chuquicamata representó- y sigue representando- un hito en la explotación minera nacional. Fue el primer yacimiento de cobre, y el más importante, en cuanto a explotación a tajo abierto, que se vinculó a una ciudad puerto como Tocopilla para el suministro de energía eléctrica. Lo anterior, añade, implicó una correlación entre el progreso del mineral y el adelanto urbano de la ciudad, que, a su vez, fue el espacio de descanso o recreacional para supervisores y trabajadores.
“Su delineamiento rápidamente transformó al campamento en una ciudad que, acogió la visión proyectiva de la noción del bienestar social hacia los trabajadores que, empero, trazó un diseño arquitectónico plenamente norteamericano en las viviendas destinadas a los supervisores/ingenieros y empleados superiores norteamericanos, con un sentido espacial clasista. No fue casual que la Casa 2000 estuviese situada en una colina cuyo entorno correspondió al «barrio americano» y bajando la pendiente, se situó el barrio cívico y los restantes campamentos de empleados y obreros. El campamento de las «latas» reflejó esta diferencia social en sus inicios”.
El historiador agrega que Chuquicamata representó, más que ninguna otra explotación minera, la presencia de las inversiones extranjeras en Chile, superior a la presencia foránea en la industria salitrera o en otros centros cupríferos del país), en un ambiente ideológico que cuestionó la «mirada imperialista» ante la «mirada nacionalista». Sin embargo, el mineral también se erigió en el baluarte de conflictos sociales, donde sindicatos y dirigentes lucharon por contar con beneficios inéditos en el país. Un ejemplo de esto fue la construcción del Hospital Roy Glover, fundado en 1960, el más complejo y moderno del país y uno de los mejores en América del Sur, el cual benefició a los trabajadores y sus familias.
PROTECCIÓN
El académico aclara que para proteger este patrimonio no basta lo que manda la ley de protección, sino las acciones regionales. “Contamos con organismos, como el personal técnico vinculado a la DIBAM, las comisiones de la cultura provincial, en este caso del Loa, y también los funcionarios competentes de Codelco, para establecer una sinergia en el resguardo, conservación del patrimonio de Chuquicamata”.
El Dr. González añade, que al igual que en la Oficina Salitrera de Chacabuco, protegida como Monumento Nacional, debería asignarse por el Consejo Regional (CORE) un presupuesto para la mantención de la infraestructura de Chuquicamata. “Lo intangible que rodea una monumentalidad arquitectónica/industrial en cuanto al simbolismo y la identidad de una región, también constituye una emoción, una invocación al sentimiento nortino por su terruño, su pretérito de esfuerzo y luchas”, enfatizó.